Javier Milei quiere cerrar la crisis por el evento $LIBRA, con una salida hacia delante. Y con una señal fuerte a toda la economía argentina, que tiene la situación controlada, y que, en breve, toda la perspectiva negativa se dará vuelta. Para esto, el golpe de efecto que tiene en mente en entregarle a los mercados la noticia que más están esperando: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para esto se reunirá en Washington este jueves con Kristalina Georgieva, el principal sostén político de la continuidad del acuerdo de Facilidades Extendidas, para que la economista búlgara, directora Gerente del organismo, destrabe las últimas cuestiones que desde el equipo técnico del Fondo vienen retrasando el apretón de manos final entre las partes. Más específicamente que el venezolano Luis Cubeddu y el reto de los economistas que trabajan en el caso argentino, acepten el “paraguas” sobre la política cambiaria, y la aplicación de metas duras fiscales, de acumulación de reservas y de emisión cero, con el compromiso de mejorar el tipo de cambio vía crawling peg sin una disminución del tipo de cambio. Como contrapartida, el organismo que conduce Georgieva, debería liberar los fondos ya pagados el año pasado por el acuerdo de Facilidades Extendidas vigente y sumarle el dinero que este 2025 habría que girarle al FMI por la liquidación de los intereses. En total sumarían aproximadamente unos U$S 10.000 millones, el dinero que necesitan Javier Milei y Luis “Toto” Caputo para poder levantar una pared de aproximadamente 20.000 millones de dólares y comenzar a desmantelar el cepo cambiario hacia el segundo semestre del año. Sabe Milei que Georgieva lo apoya. Y conoce además la letra fina del acuerdo que está trabada, a partir de la presencia en Buenos Aires de Cubeddu y su gente. Y que es necesario un apoyo político de la búlgara y la presión del Board del organismo para que la nueva versión del Facilidades Extendidas se aplique. Precisamente esto será lo que el presidente argentino buscará en Washington en las próximas horas. Un hecho que además le servirá para cambiar definitivamente la muy complicada agenda económica de las últimas horas, derivada del evento $LIBRA. Esos U$S10.000 millones no son un monto caprichoso. Es el dinero que de los vencimientos que el país le debe liquidar al FMI, lo que Argentina ya le pagó el año pasado sin que se hayan concretado los reembolsos comprometidos desde el Fondo más los pagos que se le deben hacer este año a organismos financieros como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por el primer ítem, en el 2025 se le deben liquidar al FMI unos US$2.520 millones en vencimientos de intereses. Por el 2024 Argentina le giró al organismo que maneja Kristalina Georgieva unos US$2.242 millones. Esto implican unos U$S4.762 millones. Si se suman los 3.000 millones que este se le deben liquidar al Banco Mundial (BM), más otros 2.000 millones al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se llega a unos U$S10.000 millones de vencimientos durante este año, más la herencia del 2024. Y, en principio, ése es el dinero que se negocia en estos días. Y que, según palabras del propio Javier Milei de la semana pasada, “sólo le falta el moño”. Lo que no es una carencia menor. El “moño” es ponerse de acuerdo sobre la política cambiaria, un conflicto que se solucionaría con un acuerdo más corto.  El acuerdo de Facilidades Extendidas, es el tipo de acuerdo que hoy rige las relaciones entre las partes por la deuda de unos U$S 44.800 millones vigente, y que fue firmado por Milei y Georgieva en enero pasado. Y que tuvo su origen en marzo del 2022 con Alberto Fernández y Martín Guzmán como ministro (que derivó en la crisis terminal entre ambos y el kirchnerismo), acuerdo reversionado en junio del 2023 con Sergio Massa como ministro plenipotenciario. Un nuevo Facilidades Extendidas tiene la característica del largo plazo y metas trimestrales, con lo que la decisión de alterar el tipo de cambio a un nivel de mejor competencia que el actual podría no ser urgente. Argentina podría comprometerse al cumplimiento de metas trimestrales como las actuales (emisión monetaria cero, incremento en las reservas del Banco Central y superávit fiscal constante durante años), con objetivos a lograr en el tiempo, en lugar de aplicar un ajuste extremo de manera inmediata. Como devaluar. Un Facilidades Extendidas le permitiría al Gobierno mantener las metas actuales, y dejar que el tiempo le vaya dando la razón al oficialismo libertario que no es necesario aplicar una liberación del tipo de cambio vía decisión directa o flotación del dólar, bajo la promesa de ir mejorando la relación de la balanza de pagos con el mecanismo de trabajar sobre la competitividad. El problema de un esquema de este tipo es que el Gobierno no tendría el desembolso de los 11.000 millones de dólares de manera inmediata, sino que sería un esquema de giros por cada aprobación de metas trimestrales y durante un tiempo predeterminado que nunca sería menor a dos o tres años. Esto implicaría que el dinero no estaría disponible, al menos en su totalidad, de manera inmediata y al comienzo del acuerdo, sino durante diferentes períodos del acuerdo y luego del cumplimiento de metas pactadas. Habría sin embargo un primer desembolso que sumaría todo lo que el país vino pagando desde marzo del año pasado más los intereses de 670 millones de dólares girados el lunes de la semana que terminó, menos los giros que desde el organismo se concretaron en el 2024. En total el año pasado Argentina le pagó en capital e intereses al FMI unos 7.695 millones, y recibió unos 5.453 millones. Hay que recordar que el acuerdo original, firmado por Martín Guzmán en 2022, incluía como compromiso del Fondo la obligación de liquidarle a la Argentina hasta diciembre de 2024, todo lo que el país debiera pagarle, siempre que desde Buenos Aires se cumplieran las metas pactadas. Como esto sucedió (en líneas generales) en el ejercicio pasado y según las posiciones más duras firmadas por Javier Milei en enero del 2024, el FMI le adeuda a la Argentina unos 2.242 millones en fondos no girados por los cumplimientos de los últimos tres trimestres del ejercicio pasado. Este dinero debería ser girado a la Argentina de manera inmediata, una vez cerrado el acuerdo. Este dinero iría directamente a las reservas del Banco Central. Como todo acuerdo del tipo Facilidades Extendidas también implica un primer desembolso de fondos frescos, aunque no tan fuerte como un crédito Stand By, igualmente importante, el país podría negociar además del dinero que se debe girar por el 2024, los vencimientos de este ejercicio. Estos son, sumando los 670 millones ya pagados por Argentina la semana, unos U$S 2.520 millones. En realidad, eran U$S 3.330 millones, pero hubo una disminución fuerte por la reducción de las sobretasas que cobra el organismo internacional. Los otros vencimientos del año caen el 1 de mayo, cuando habrá que pagar unos US$ 611 millones (US$190 millones menos que antes de la reducción de los sobrecargos); otro en agosto por unos US$ 632 millones (una baja de US$197 millones tras la modificación de las tasas), y finalmente otros 632 millones el 1 de noviembre, con una reducción contra los 830 millones originales sin la quita de intereses. La idea del Gobierno es que, en la negociación por la primera liquidación del Facilidades Extendidas, se incluya el dinero no pagado por el FMI en 2024, más todas las obligaciones del 2024. En total sumarían unos U$S4.760 millones. Redondeando, 5.000 millones de dólares. Si se habla de un nuevo acuerdo por un piso de 11.000 millones de dólares bajo el esquema Facilidades Extendidas, esos U$S 5.000 millones serían un monto más que importante dentro del nuevo préstamo en general. Y ni hablar para el fortalecimiento de las reservas del Banco Central. Y, lo mejor para el esquema de Javier Milei: no implica ningún compromiso de alteración de la política cambiaria, sino el cumplimiento de metas de reservas, emisión y superávit fiscal que los libertarios ya saben que se sobre cumplirán. A valores de cierre de la semana pasada, el BCRA muestra reservas por menos de US$ 29.000 millones; cuando para comenzar con una seria posibilidad de apertura del cepo deberían ubicarse por arriba de los US$ 35.000 millones. Y de una manera lenta y pausada. Esos US$ 5.000 millones del FMI, con el compromiso de más dinero si el país cumple metas (sin exigencias sobre la política cambiaria), es que casi se acercaría el gobierno de Javier Milei y el Ministerio de Economía de Luis “Toto” Caputo al umbral de semblanza seria de salir de las restricciones cambiarias, vulgarmente conocidas como cepo. Si a ese dinero se le sumaran unos US$ 5.000 millones más de incremento de reservas, vía mejora en las exportaciones y algún que otro préstamo internacional, la posición mejoraría sustancialmente. Hay un problema para este esquema. Este año habrá que pagarle a varios acreedores privados, unos US$ 14.000 millones, incluyendo un mega vencimiento de casi US$ 5.000 millones en julio, por el pago de los Globales y Bonares. La idea del Palacio de Hacienda es que ese dinero también sea aportado por el FMI.